jueves, 30 de abril de 2009

De golondrinas y otras historias...

El ser humano fue dotado de una asombrosa capacidad para adaptarse y adaptar el medio que le rodea para satisfacer sus necesidades, esta cualidad le ha permitido propagarse por cinco continentes, habita tanto en la espesura de las selvas como en el desolación del desierto, se encuentra igualmente entre la bruma de las montañas que al costado de los ríos o de los mares.

Durante bastante tiempo, el ser humano convivió de manera pacífica con la naturaleza, las poblaciones más bien pequeñas que habitaban el planeta no tomaban más que lo necesario. De este lado del mundo, los antiguos habitantes veneraban a la tierra como a una madre, respetando la vida y descubriendo lo bueno que la naturaleza podía ofrecerles.

Después, algo cambió -no se trate aquí de buscar responsables-. El hombre desarrollo un extraño gusto por el poder y la riqueza, comenzó de esta manera a explotar la naturaleza, aumentar la producción, crecimiento y más crecimiento como la única vía de satisfacer las necesidades -reales o creadas- da igual de los miles de millones se personas que comenzaron a poblar el planeta.

La concentración  de los grupos humanos se ha tornado un grave problema, el crecimiento acelerado, y muchas veces falto de toda planificación de  las ciudades y los asentamientos humanos en general, ha creado todo tipo de problemas, desde la falta de servicios básicos para atender las necesidades de los nuevos habitantes como la destrucción cada vez mayor de lugares naturales, es decir sin presencia humana y de las especies que ahí habitan.

Como explicar a las golondrinas que desde hace tantas generaciones viven en una de las muchas barrancas de Cuernavaca, que pronto los arboles donde han hecho sus nidos desde tiempos que ya ni ellas recuerdan, serán arrancados hasta la raíz para permitir la construcción de una zona habitacional mas, ¿Es que esto es justo acaso?

martes, 7 de abril de 2009

Entre el primer y el tercer mundo, un momento...

En el primero, se respira seguridad, en el de tercera, te asomas a echarle un ojo a tu carro.

 

En el primer mundo, entre las avenidas se extienden jardines, camellones, fuentes, monumentos, en el tercero, la gente recorre las calles junto a los autos -no hay banquetas-.

 

En el tercer-mundo, las casas son grises, el color del block o del ladrillo-de-cholula predomina sobre el paisaje. Pintar la casa no es la principal preocupación de una familia que no tiene asegurado el mañana, a veces ni siquiera el hoy.

 

En el primer mundo, las casas son grandes construcciones, pudiendo estas ser de todos los colores que el negocio de pinturas ofrezca.

 

La gente es diferente, la vegetación, la fauna, todo es diferente; si bien existen ocasionales encuentros entre sus habitantes, al final del día cada cual regresa a su mundo.

 

Al primer mundo y al tercero, los separa una reja, literalmente hablando, una caseta de seguridad, el poli, una avenida, y es que en México así como en la mayoría de países de América Latina, recuérdese que somos el continente más desigual del mundo, el primer y el tercer mundo coexisten.

 

Zonas turísticas para diversión y lujo de los ricos, pero sin duda orientados al turismo internacional, rodeadas de villas miseria, pueblos jóvenes, favComprobar ortografíaelas o ciudades perdidas, que brotan también alrededor de las grandes ciudades.

 

La desigualdad es estructural y es resultado de un sistema de explotación que ha ido evolucionando paulatinamente, siguiendo ciclos económicos y políticos que han convulsionado la región y el mundo.

 

Si la desigualdad es estructural y nos encontramos en un punto de quiebre del sistema económico del capitalismo globalizado, ¿No es este el momento para hacer incluir las causas sociales, y en particular la lucha contra la desigualdad en la agenda?